¿Vos qué entendiste? A mí de vez en cuando me gusta lo que veo. De vez en cuando encuentro algo de paz en la desesperación misma, y de vez en cuando creo que lo eterno es posible. De vez en cuando suspiro flores y alguna que otra vez creo en el amor de rosas.
Generalmente no me apiado de mi misma, no me auto-compadezco, pero aún así hay veces... hay veces que destruyo mi propio mundo, que tiro todos los muros abajo. Y me quejo. Ahí me quejo. Ahí no me censuro. No me callo. No retengo lágrimas, ni gritos ni golpes. Ahí me expreso. Ahí siento lástima y bronca y descontrol. Ahí se arma la podrida. Ahí desaparece la cordura y lo insano toma la casa, la vida y los pudores. Ahí no hay justicia que sea suficiente. Ahí se terminan las risas y los cánticos también. Ahí cesan los abrazos y las luces de colores se apagan. Ahí las estrellas y los astros comienzan a durar. Ahí los pájaros se esconden y las cárceles se silencian. Ahí las migas de pan esparcidas no son suficientes y las huellas se borran, se difuminan. Ahí el hierro se funde y el hielo, se derrite. Ahí el mar detiene la cadencia regular y la luna, la marea. Ahí los mitos se convierten en realidad y la poesía en filosofía de vida. Ahí comienza el tan bien descripto por María Elena Walsh, mundo del revés. Ahí los niños no juegan. Ahí la esperanza se esfumó. Ahí nos olvidamos cuál era la frase maestra del final.
lunes, 31 de agosto de 2015
domingo, 23 de agosto de 2015
Recuerdos del valle de la luz
Mil almas eternas
se encontraban en un valle de luz. Hacía tiempo se estaban buscando, sin
saberlo. Ninguna se percató de las otras, pero se estaban rozando. Todas tenían frío, todas se sentían
perdidas. Fueron infinitas durante el momento del jolgorio inolvidable, casi invisible y sin movimiento.
Sintieron felicidad en su forma más pura mientras vacilaban en la decisión
sobre el siguiente paso a seguir. Ninguna habló. Reinó el silencio y se podía
percibir el miedo al fracaso y el desconcierto. Nadie pidió permiso. Se fueron
retirando. Primero uno, luego otra y otra y así sucesivamente. Lo que sucedió
en ese valle quedó allí y en las memorias de esas almas, solo contempladas por
la luz de lo imposible, de lo hermoso, lo inalcanzable, lo utópico. Se pensó en
los sueños, en las metas, en los desafíos internos y en cómo nos veríamos de
acá en treinta años. Nadie notó que cada uno tenía un alma de las mágicas del
festín en la palma de su mano, apoyándose sobre el lado izquierdo del pecho,
henchido de dolor e impaciencia.
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